Frase de Milei 2021
Este año me forcé a salir más de noche, con grupos que no conozco, con ranchadas inusuales y cumpleañitos de colada. Tuve el placer de estar en más rondas de las 3 de la mañana, que entre puchos y cervezas, discuten la situación política.
Después de un par de veces, observé un fenómeno casi místico. Siempre, sin falta alguna, aparece en algún momento el mismo comentario: “Y, es que esta dificil, la gente está muy individualizada. Viste como es, ya nadie habla con su vecino.”
Mi respuesta, un poco bastante chota, siempre fue la misma: “Pero vos, hablas con tu vecino?”.
Ojo, no es que yo hable con la mia tampoco. Nunca me ofrecí a bajar su basura o hacerle las compras, no la ayudo a pasear a Choco (su perro), ni nos compartimos el azúcar.
Mi cuestionamiento personal no viene de un juicio moral. Tampoco es que esté en desacuerdo con el concepto de la frase, pero me resulta loca su aparición constante. ¿No es raro que haya un comentario político ya preestablecido, de una crítica social, que posiciona a uno como consciente y preocupado, mientras se separa de la masa alienada tan individualizada, de ese “otro” que no la ve?
La respuesta que me dan, a veces más larga, a veces más vueltera, es siempre no, no hablo con mis vecinos. Llego muy tarde del trabajo, me da ansiedad, para qué, si igual que yo solo lo haga no cambia nada.
Tienen razón y el desánimo por el estado de las cosas es palpable. Pero ¿puede ser que una forma de calmarnos ese desánimo sea expresar una preocupación preaprobada, correcta y sanitizada, mientras le esquivamos al dolor de la actualidad y de la acción por miedo a mirarlo a los ojos? ¿Puede ser que sea más fácil lamentarnos por la desconexión social que confrontar nuestra reticencia y dificultad a crear conexiones? ¿Puede ser que no confiamos en que algo cambie, así que lo único que queda es repetirnos, una y otra vez, lo mal que estamos pero como sabemos verlo? ¿De donde salen los discursos repetitivos?
Una red social en donde solo se puede publicar una oración de menos de 140 caracteres no puede, por definición, tener demasiado desarrollo. (Esa frase, por cierto, tuvo exactamente 140 caracteres). En 2020, los videos de instagram solo podían tener un máximo de minuto de largo, los videos de tik tok; 15 segundos.
La brevedad forzada no es un accidente técnico, sino una manifestación directa de la lógica neoliberal que privilegia la eficiencia y el consumo rápido por sobre la profundidad, es un paradigma entero sobre cómo debemos relacionarnos con el conocimiento: rápido, superficial y listo para consumir.
Si una oración de 140 caracteres es una opinión política, ¿Cuánto desarrollo pueden tener? ¿Cuanto contexto y explicación pueden dar?
Y vos ¿Cuántas opiniones cortas podes leer en una hora? ¿Cuántas podes internalizar? ¿Cuántas podes recordar? ¿A cuantas les podes dar like? La rapidez de información te obliga a preguntarte: ¿Será que no vale la pena masticar una idea, si hay 20 ideas ya masticadas sin esforzarse, para que leas mientras esperas el bondi?
Las ideas son productos a exhibir y vender, a consumir y presumir. No hay una relación a desarrollar con las ideas más allá de “me gusta”. Igual, con todo lo que sabes, en la proxima joda vas a saber de qué hablar. Dale like a los posteos feministas de la que te gusta, que seguro funciona. Hoy te peleaste con dos trolls en facebook, que difícil que es tener conciencia social. La peli dura mucho, no tengo tanto tiempo, mejor miro reels.
Mientras más complejo se vuelve nuestro mundo, más simples se vuelven nuestras herramientas para entenderlo.
Los algoritmos que solo te muestran lo que ya pensas, tampoco ayudan demasiado. Las plataformas han convertido nuestra tendencia natural hacia la confirmación de nuestras creencias en un modelo de negocio. Y mientras tanto, nuestro sesgo de confirmación nos deja navegar cómodamente entre lo que ya pensamos, en su forma corta, digerible y fácil de entender. Cada posteo es una información simplificada, ya digerible, sin necesidad de internalización, reflexión o cuestionamiento. Todo ya está hecho por vos. En su clasificación, en su declaración y en su razonamiento guiado. ¿No te hace ruido siempre tener razón? ¿Cuándo fue la última vez que te incomodaste? ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste el silencio?
Al mismo tiempo, se entiende. Hay un colapso del horizonte temporal. ¿Por qué invertir en el futuro, si este es incierto? ¿Para qué desarrollar ideas que toman tiempo, si mañana el mundo va a cambiar? ¿Por qué construir algo duradero en algo que parece estar derrumbándose? ¿Por qué no tomaría la distracción inmediata, si no hay confianza en un alivio futuro?
La recuperación del futuro como horizonte posible es inseparable de la recuperación de nuestra capacidad de pensar con profundidad y construir a largo plazo. No es solo una cuestión de "pensar en el futuro" sino de recuperar las herramientas cognitivas y emocionales que hacen posible imaginar y construir futuros alternativos, colectivos e incluso bancarnos que sean graduales.
¿Sabes cómo está procesado el chorizo? ¿Sabes cómo se hizo el último pan que compraste? ¿Sabes donde se cultiva tu café?
Ya hace bastante que hay una tendencia sistemática que nos separa del proceso de las cosas que nos rodean, en pos de la eficiencia, en pos de la facilidad. Cuando perdemos la conexión con entender cómo se hacen las cosas, perdemos también la capacidad de entender su valor real y las relaciones sociales y materiales que las hacen posibles. Perdemos también, la posibilidad de disfrutar esos pasos.
Perdonen el hippismo, pero hacer pan hace no mucho implicaba un conocimiento integral: entender la fermentación, reconocer la textura, mantener viva la masa madre. Este conocimiento no era meramente técnico - era una red de relaciones con la materia, con la comunidad, con el tiempo mismo. La pérdida de este saber-hacer es también la pérdida de una forma de estar en el mundo, la pérdida de esta transmisión de conocimiento (total ya no es necesario) es también haber perdido un canal de comunicación.
¿Es muy disparatado entonces pensar que la alineación material deriva también en una cognitiva? ¿Puede ser que haya una industrialización del pensamiento?
Al igual que los alimentos procesados pierden nutrientes en favor de la conveniencia, las ideas procesadas pierden matices en favor de la simplicidad.
Compartimos opiniones enlatadas con simbología identitaria, simplificada para ser reconocibles, así son más distribuidas. Qué vocación de influencer hermano.
Cuando reducimos ideologías complejas a hashtags para tweetear, cuando convertimos luchas sociales en frases sin contexto, cuando transformamos identidades multifacéticas en etiquetas simples pero comprensibles, estamos participando en un tipo de procesamiento industrial del pensamiento. Los lemas y frases repetidas funcionan como conservantes ideológicos - preservan la forma exterior de una idea mientras eliminan su sustancia nutritiva. Que no se pudra, que no confunda, para poder exportarla mejor.
Cuando un movimiento social se reduce a un slogan, perdemos la capacidad de entender sus orígenes, sus contradicciones internas, sus posibles evoluciones. La frase puede ser fácil de masificar, pero ¿logramos luego masificar sus complejidades? ¿reconocemos abiertamente sus limitaciones?
La maternidad será deseada o no será. ¿Qué significa desear maternar siendo una feminidad, en una historia de mandatos sociales internalizados? ¿Es sinónimo entonces de parir? ¿El deseo es lo validante? ¿Dónde quedó la huelga de úteros?
Las frases como significantes de un movimiento, te encierran en su incapacidad de cuestionamiento. Compartir solo el resultado final sin los procesos intermedios ni matices identifica una crisis frente al camino que lleva a una conclusión, perdemos entonces la crítica a los pasos, perdemos el desarme paulatino de una idea, perdemos el manejo fuera de lo binario. Cualquier cuestionamiento parece entonces un ataque al principio mismo. Las conclusiones se vuelven dogmas inamovibles en vez de herramientas de pensamiento, la transmisión de conocimiento se reduce a la repetición de conclusiones.
No hay caracteres para compartir los procesos, los matices no serán hashtags, las tensiones es mejor evitarlas. ¿Y pensar? Pensar tarda mucho.
En la búsqueda de la gran optimización, pensar también es un gasto innecesario.
El trabajo intelectual ya no es disfrutable a menos que tenga un resultado mostrable, vendible, presumible. Estamos presenciando una transformación fundamental en nuestra relación con el trabajo intelectual. La parte divertida ya no es el proceso, es el resultado. No es la sustancia, es el espectáculo. Si en la sociedad lo vivido se alejaba en favor de la representación, ahora incluso la producción de esas representaciones se automatiza. El pensamiento mismo se convierte en espectáculo: pre-digerido, empaquetado, listo para consumir. El valor de las ideas ya no reside en su capacidad de iluminar o cuestionar, sino en su capacidad de generar engagement, el algoritmo optimiza no para la verdad o la comprensión, sino para la espectacularidad.
Las inteligencias artificiales nos permiten profundizar en la rapidez, en vez de en el pensamiento. ¡Finalmente podemos tercerizar el pensar! Solo por 20 dólares al mes.
La aparente democratización del conocimiento oculta una nueva forma de concentración del poder cognitivo.
También, de una invisible distribución de ideas como fácticas y verdaderas, ya que cabe destacar de paso que los datos con los que se entrenan las IAs no son neutrales - son el producto de sociedades específicas, con sus propios sesgos y puntos ciegos.
¿Por qué estamos creando una sociedad que puede producir más contenido pero menos comprensión?